Un tercio era una unidad militar del Éjercito Español durante la época de la Casa de Austria. Los tercieron fueron muy famosos por su resistencia en el campo de batalla, formando la élite de las unidades militares desponibles para los reyes de España de la época. Los tercios fueron la pieza esencial de la hegemonía terrestre, y en ocasiones también marítima del Imperio Español.
Los Tercios españoles fueron el primer ejército moderno europeo, entendiendo como tal un ejército formado por voluntarios profesionales, en lugar de las levas para una campaña y la contratación de mercenarios. Fueron los primeros en usar las picas y las armas de fuego.
A partir de 1920 también ese nombre de formaciones de tamaño regimental de la Legión Española, unidad profesional creada para combatir en las guerras coloniales del Norte de África, y que se inspiraban en las gestas militares de los tercios históricos.
Aunque oficialmente fueron creados por Carlos I de España tras la reforma del ejército en 1534 como guarnición de las posesiones españolas en Italia y para operaciones para inspecionar el Meditarráneo, pero probablemente se remonta a las tropas de Gonzálo Fernández de Córdoba, organizadas en coronelías.
Durante le reinado de los Reyes Católicos ya consecuencia de la guerra de Granada, se adoptó el modelo de los piqueros pero poco después se repartieron en tres grupos: piqueros, escudados y ballesteros. No tardaron mucho en que los escudados desaparecieran y pasaran los hombres con armas de fuego. Las victorias españolas en Italia frente a los poderosos ejércitos franceses tuvieron lugar cuando todavía no se había completado el proceso.
El Tercio al principio no era una unidad militar, sino de caracter administrativo.
Entonces el nombre de Tercio también puedes venir de los primeros tercios italianos compuestos por 3000 hombres.
Organización de los Tercios
La estructura original, propia de los Tercios se dividias cada Tercio en 10 capitanías, 8 de piqueros, 2 de arcabuceros y 300 hombres cada una.
Cada capitanía tenía otros oficiales: un alférez, un sargento y 10 cabos (cada uno de los cuales mandaban a 30 hombres de la capitanía); a parte de los oficiales, en cada capitanía había un cierto número de auxiliares (oficial de tendencia o furriel, capallán, músicos, pajes del capitan etc).
Los ejércitos españoles de aquel tiempo estaban formado por soldados reclutados en todos los dominios de los Hasburgo hispánicos y alemanes de otros los territorio donde abundaban soldados de fortuna y los mercenarios. En el conjunto del ejército, la proporción de efectivos españoles solí ser inferior del 50% a lo largo de casi todo la guerra de Flandes.
Religión
Los tercios mantenian su enorme moral de combate mediante un implícito apoyo de la religión en campaña. Su mejor general, Alejandro, no dudaba en hacer arrodillar día a día a sus soldados antes de combatir para rezar el Avemaría. Cada Tercio contaba con un pabellón mayor y un predicador.
La vestimenta y armamento
El equipo más habitual el equipo más habitual comprendía una ropilla (vestidura corta sobre el jubón), unos calzones, dos camisas, un jubón, dos medias calzas, un sombrero de ala ancha y un par de zapatos, pero cada hombre podía vestir como quisiera si se lo pagaba de su bolsillo. En cuanto a las armas, los soldados recibían las que les daba el rey (Munición Real), que se descontaban de futuras pagas, pero además podían adquirir y utilizar cualquier otra que les conviniera: espadas, ballestas, picas, mosquetones, arcabuces, etc. y así se ejercitaban a base de destreza y mucha práctica.
Todo los soldados podían llevarse a los mozos o a los criados que podía costear para su posición social y recursos. Era una especie de escuderos que aprendían de sus superiores el arte de la guerra y el cuidado de armas y de los caballos.
Todo los soldados podían llevarse a los mozos o a los criados que podía costear para su posición social y recursos. Era una especie de escuderos que aprendían de sus superiores el arte de la guerra y el cuidado de armas y de los caballos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario